Por: Kevin Web

Varios tipos de ranas venenosas están en el ojo de traficantes, quienes buscan beneficiarse de sus recursos genéticos sin retribuir al país.

Colombia, como segundo país más biodiverso del mundo, enfrenta desafíos significativos en la protección de sus recursos naturales, incluyendo el tráfico y la biopiratería. Estas prácticas ilegales ponen en riesgo la supervivencia de especies únicas como las ranas venenosas.

Según expertos como Manuel Rodríguez Becerra y Pablo Palacios, la biopiratería implica la extracción no autorizada de recursos genéticos o plantas vivas para fines comerciales, lo que afecta la economía y la soberanía del país.

Entre las especies más amenazadas se encuentran las ranas venenosas, cuyos alcaloides son utilizados en la industria farmacéutica y química. La deforestación, enfermedades y tráfico ilegal son algunas de las principales amenazas que enfrentan estas especies.

Iniciativas como la Reserva Natural Río Ñambí en Nariño trabajan para proteger especies como la rana diablito a través de la concientización y colaboración con la comunidad.

La COP16, la cumbre de biodiversidad más grande del planeta, aborda este tema y busca compromisos globales para detener la biopiratería y proteger la biodiversidad. Es fundamental la cooperación internacional para abordar este desafío y preservar los recursos naturales de Colombia y del mundo.