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Opinión

lunes, 22 septiembre 2025

Pais de cipayos e indignos

Pais de cipayos e indignos

Por: Ricardo Perdomo Pinzón

El pasado mes de abril, expresamos nuestra indignación e impotencia, ante la expresión burda, irrespetuosa y humillante del presidente de los Estados Unidos, cuando sin sonrojo alguno sostenía que más de 70 presidentes le estaban pidiendo cita para besarle el culo. Hoy tenemos que sumarle a ese contingente de desdichados, a los “dirigentes y líderes” del establecimiento político y gremial de Colombia, que han comparecido en persona, ante congresistas y funcionarios del gobierno del presidente Trump, para pedir sanciones drásticas contra su propio país; noticia que nos asombra y deprime; pues creía firmemente que a pesar de las diferencias, la patria está por encima de los partidos.

 

La solicitud de los once partidos políticos de oposición, que piden  “medidas más severas” contra Colombia, en el marco de la descertificación, aparte de ser una traición a la patria, es un tema demasiado grueso y grave, que debe generar un gran debate nacional, de cara al pueblo y la justicia Colombiana; pues dentro del marco de los deberes de todo colombiano, consagrados en el artículo 95 de la Constitución Política, se indica palmariamente que la calidad de colombiano enaltece a todos los miembros de la comunidad nacional y que estamos en el deber de engrandecerla y dignificarla. Indica nuestra norma superior que son deberes de la persona y del ciudadano: “1. Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios; 2. Obrar conforme al principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la vida o la salud de las personas; 3. Respetar y apoyar a las autoridades democráticas legítimamente constituidas para mantener la independencia y la integridad nacionales; 4. Defender y difundir los derechos humanos como fundamento de la convivencia pacífica; 5. Participar en la vida política, cívica y comunitaria del país; 6. Propender al logro y mantenimiento de la paz; 7. Colaborar para el buen funcionamiento de la administración de la justicia; 8. Proteger los recursos culturales y naturales del país y velar por la conservación de un ambiente sano; 9. Contribuir al financiamiento de los gastos e inversiones del Estado dentro de conceptos de justicia y equidad.”

 

Las sanciones drásticas consecuenciales de la descertificación que le piden los partidos de oposición al gobierno americano, es la expresión de la crisis de valores e identidad que afrontamos como país; llegando al extremo irracional, de que con tal de aniquilar a un presidente o un gobierno que nos incomoda, vale cualquier acción combinada con la potencia del norte, así destruyamos a nuestro propio país y nos cueste la tranquilidad y la vida misma de los colombianos, con semejante despropósito suicida.

 

La descertificación y las sanciones que eventualmente se deriven de ella, son una injerencia externa en los asuntos internos del país, que afectan la soberanía nacional y la capacidad de tomar decisiones autónomas en nuestro propio territorio, e impactan desproporcionadamente a todos los nacionales y de manera particular, a la población más vulnerable, profundizando las desigualdades sociales y económicas, que dinamitan la unidad nacional. Cuanto daríamos para que esos partidos, en lugar de pedir sanciones drásticas, buscaran alternativas que promuevan la cooperación y el diálogo para abordar los desafíos y problemas que enfrenta el país y el mundo, ante un problema estructural como es el narcotráfico, que cada día avanza, como una bacteria que se incrusta letalmente en todo el cuerpo de la sociedad universal, hasta lograr su propia destrucción, ante la mirada indiferente y errática de las grandes potencias del mundo, comenzando por el propio Estados Unidos.

 

Creería yo, que sería mucho más rentable para Trump, implementar un cerco implacable en sus propias fronteras, para impedir el ingreso de droga a su territorio, con el mismo despliegue militar, vehemencia y ferocidad con la que amenaza Venezuela y los países que no se someten a sus designios, colocándolos a buen recaudo de la justicia o dándolos de baja, si en su propósito de ingresar la droga a su territorio, atentan contra sus fuerzas de seguridad. A pesar de toda la capacidad militar, logística y de investigación que muestra al mundo el gobierno americano, no se conoce una decisión de estado y de gobierno, para crear cuerpos elites que persigan y pongan a buen recaudo de la autoridad, a todas esas mafias que se tomaron las calles de sus ciudades y territorio, para expender y comercializar la cocaína, fentanilo y demás drogas que envenenan y matan a sus ciudadanos. Estas acciones,  si serían una prueba fehaciente, de que se quiere combatir el narcotráfico en todas sus expresiones y estructuras, para superar o mitigar semejante desafío planteado por el ingreso y consumo de drogas; con una estrategia de persecución de los grandes capos y sus fortunas que conviven en su territorio y a los ojos de todas las autoridades.

 

Se le recuerda a los feroces opositores del gobierno del presidente Petro, que la unidad nacional es la que nos permite lograr la cohesión y solidaridad entre los ciudadanos de un país, más allá de las diferencias políticas, sociales, económicas o culturales, e implica un sentido de pertenencia y compromiso compartido con el bienestar y el desarrollo del país.  La unidad nacional es crucial en momentos de desafío para un país, como la descertificación impuesta a Colombia por parte de Estados Unidos, en la lucha contra el narcotráfico; que puede tener consecuencias significativas en la cooperación bilateral, el acceso a recursos internacionales y la reputación del país, que envuelven la reducción o suspensión de la asistencia financiera, que afectarían programas de seguridad, desarrollo y lucha contra el narcotráfico, para no hablar del impacto de esta decisión en organismos multilaterales, que podría afectar el acceso a créditos internacionales, la inversión extranjera y la reputación y credibilidad de Colombia ante la comunidad internacional.

 

Nota de cierre: 1. Voy a comprar una bola de cristal, para tratar de develar los alcances políticos que tienen las declaraciones de Armando Benedetti, entregadas a la revista semana, en la entrevista concedida el fin de semana anterior; y si de sus palabras se vislumbran los pensamientos del presidente Petro.

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