domingo, 14 septiembre 2025
Por: Alfonso Vélez Jaramillo
La figura de Monseñor Libardo Ramírez Gómez, no pasará desapercibida y siempre estará presente, porque no fue un obispo de transición, tenía ideas fijas y era certero en sus afirmaciones.
Un pastor católico genuino, templado en materia política, conservador, pero humilde en su vocación religiosa, que recorrió los caminos polvorientos y les hablaba de frente a sus feligreses.
Directo y no se sintió trepidar cuando acusó a la tenebrosa “Teófilo Forero” de las FARC y al narcotráfico de asesinar al párroco de la Argentina, Huila, Juan Ramón Núñez.
El padre Núñez, fue baleado cuando compartía la comunión el 6 de abril de 2002, y en ese momento el obispo Libardo Gómez, visiblemente golpeado sentenció, “lo mataron para silenciar a quienes predicaban el bien”.
El país vivía momentos de angustia, la “Teofilo” se tomaba sin clemencia las poblaciones del Huila, la gente sentía físico miedo y nadie hablaba abiertamente del tema, por temor a un atentado contra su vida y la de su familia.
Monseñor Libardo, era un líder que no se iba por entre las ramas, era puntual para llamar las cosas por su nombre.
Hablaba recio contra la guerrilla, el narcotráfico, las injusticias e inspiraba el orden de manera notoria y sin manipulación.
Toda su vida fue periodista de opinión, riguroso con su pluma. Alegre, estudioso de los grandes problemas de la patria.
No fue casualidad que monseñor Libardo Ramírez, por su carácter y templanza, sea calificado por lo analistas como sucesor de los destacados obispos de Garzón José de Jesús Pimiento, otra voz autorizada y a la postre cardenal y,
De Esteban Rojas Tovar, primer obispo de la Diócesis del Tolima en 1895, con sede en Neiva, y el primero de Garzón, los más sobresalientes de la historia de esa iglesia particular.
Siendo Presidente del Tribunal Eclesiástico Nacional, se pronunció contra la pedofilia: “En el aspecto penal, personal y económico, la Iglesia deja el proceso en manos de los Tribunales Civiles, con los cuales colaborará enviando a ellos los casos, suministrando datos que no caigan bajo sagradas reservas”
Y sobre el aborto, fue más allá “en cualquier modalidad el aborto es un asesinato”, dijo y en su momento propuso un referendo porque “el aborto de cualquier forma es asesinato y pisotea el respeto a la vida, primer derecho de los seres humanos”.
En un país como Colombia donde campea la corrupción, el aborto es un negocio muy lucrativo. Lo denominan ahora legalmente como Interrupción Voluntaria del Embarazo IVE, como si la vida no valiera nada.
Monseñor Libardo Ramírez Gómez, era querido y respetado por su pueblo e incomprendido y señalado de sectario por liberales, especialmente, cuando tomaba decisiones calificadas de abiertamente radicales.
Sin embargo, siempre fue visitado y consultado por la dirigencia política en su sede de Garzón, aunque lo marcaban de conservador a secas y los liberales lo acusaban de abierto proselitismo desde el pulpito, pero lo visitaban.
Sí, fue profeta en su tierra, contrario al proverbio bíblico, hizo toda su carrera religiosa desde monaguillo en la diócesis de su natal Garzón, denominada la “ciudad diocesana”, del departamento del Huila.
Nació el 12 de noviembre de 1933, se crio, se educó, hizo su carrera religiosa, se ordenó sacerdote, fue preconizado obispo por el Papa Paulo VI, y su consagración Episcopal tuvo lugar el 8 de abril de 1972, en la propia Catedral de su natal Garzón.
Recibió el anillo episcopal, símbolo de fidelidad a la Iglesia, la mitra, señal de autoridad, y el báculo, emblema de su función pastoral y la unción con el sagrado crisma de manos del Nuncio Ángelo Palma, del cardenal Aníbal Muñoz Duque y de Monseñor José de Jesús Pimiento Rodríguez.
Tiene el record como el único obispo netamente, “Made In Garzón”, como se diría en el argot manufacturero.
La Conferencia Episcopal, declaró que “la partida de monseñor Libardo Ramírez Gómez, deja un vacío en la Iglesia colombiana, pero también un legado de fe, disciplina y amor por la doctrina.
Su vida es un testimonio de coherencia y entrega total a la misión evangelizadora.
Fue Obispo de Armenia, Quindío 14 años y regresó como obispo a Garzón luego de cantarle la tabla y de reconvenir al narcotraficante Carlos Lehder Rivas, en la época de violencia generada por el narcotráfico.
El obispo Libardo Ramírez Gómez, sin que le temblara la mano se negó a impartir la bendición en “La Posada Alemana”, un restaurante o negocio emblemático de Lehder en Armenia.
En aquel momento invitaron al obispo de Pereira, monseñor Darío Castrillón Hoyos, que sí asistió a la pomposa inauguración de la Posada Alemana, de Lehder.
Castrillón reconoció después “Yo mismo he recibido dinero de la mafia y lo he repartido entre 105 pobres”
Por primera vez una figura pública nacional confesaba tener una relación directa con el narcotráfico y esto significada que toda la sociedad colombiana estaba permeada por dinero.
Monseñor Libardo, no recibió la “narcolimosna” y regresó a Garzón.
Pocos años más tarde Castrillón se convirtió en el más importante jerarca de la iglesia en Colombia y uno de los funcionarios de mayor confianza en el Vaticano, al lado del papa Juan Pablo II.
Fue Prefecto de la Congregación para el Clero y Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, desde 1996 hasta 2006, es decir, el superior de los sacerdotes, diáconos y seminaristas católicos en todo el mundo.
Era claro que las narco limosnas, como la de Pablo Escobar al padre Rafael García Herreros, y muchas otras que no han tenido transcendencia nacional, revelaban que el narcotráfico se había filtrado en lo más profundo de la sociedad colombiana.
Con sobrada razón, Daniel Ivoskus, presidente de la Cumbre Mundial de Comunicación Política, dijo en su momento “la sociedad está podrida”.
Por parte Monseñor Libardo Ramírez Gómez, reconoció después que Carlos Lehder, “uno de mis feligreses más célebres”, le ofreció dinero para la construcción de un templo y para repartir entre los pobres, pero dijo no haber aceptado los ofrecimientos.
No fue un obispo normal, era extremadamente religioso, pero sentaba posiciones radicales que en ocasiones lo mostraban hasta sectario.
Era primo hermano, pero ante todo paisano y amigo personal del ex senador José Antonio Gómez Hermida, quien este lunes llevará la palabra durante la ceremonia religiosa de su entierro en el altar de la Catedral de Garzón.
En Bogotá el Cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, exaltó a Monseñor Libardo Ramírez y expresó gratitud por su labor eclesiástica y su rol como hombre de fe y presidente del Tribunal Eclesiástico Nacional.
Hace parte del triunvirato de notables obispos de Garzón, con resonante actividad nacional junto con Monseñor Esteban Rojas Tovar, primer obispo de Garzón, calificado en la historia como arquitecto del Huila y Monseñor José de Jesús Pimiento, que luego fue Cardenal, y una voz autorizada de enorme reconocimiento nacional.
No cabe duda que Monseñor Libardo Ramírez Gómez, es uno de los huilenses más destacados del siglo XX, dada su capacidad para trabajar en el propósito de unir a su pueblo y dar ejemplo de honestidad y coherencia espiritual y material.
Lo conocí y lo entrevisté muchas veces en mi programa de televisión “Al banquillo con Vélez Jaramillo” y tengo la certeza de que era político, buen religioso entregado a su causa, pero ante todo una buena persona en la que el Huila podía confiar.
Breve historia
Es claro, que no fue casualidad que monseñor Libardo Ramírez Gómez, por su carácter sea catalogado como sucesor de los destacados obispos de Garzón José de Jesús Pimiento y de Esteban Rojas Tovar, quien fue el primer obispo de la Diócesis del Tolima en 1895, con sede en Neiva.
Su temperamento, sus metas fijas, sus propósitos religiosos y políticos, su manera de llamar las cosas por su nombre y su invulnerable manera los coloca en la misma línea.
En los albores del siglo 20, la Diócesis del Tolima, tenía un territorio extenso con jurisdicción en el Tolima grande, que circunscribía el Huila, antes de ser departamento y parte de Caldas.
En esas condiciones, monseñor Esteban Rojas Tovar, vivió la Guerra de los Mil Días defendiendo la vida y la paz.
En 1900 el obispo Rojas Tovar, nacido en Tarqui, pidió al Papa la división de la diócesis entre Ibagué y Garzón, por la imposibilidad material de atender a las comunidades, luego fue el fundador de la Diócesis de Garzón.
En 1903 asumieron: Monseñor Esteban Rojas, obispo de Garzón y Monseñor Pedro Ismael Perdomo Borrero, nacido en Gigante, Huila, como obispo de Ibagué.
Perdomo Borrero, llegó a ser un alto prelado, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, protagonista por sus posiciones fuertes contra la hegemonía conservadora, que terminó el 1.930, con la elección del liberal Enrique Olaya Herrera.
Hoy día se les rinde culto, como grandes religiosos, como testimonio de entrega total a su misión de evangelizar y ayudar a las comunidades y, monseñor Libardo Ramírez puso su sello para quedar en ese triunvirato.
Reportaje para Opanoticias realizado por Alfonso Vélez Jaramillo.
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